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PARADA URBANA

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La imagen representa la Basílica de San Pedro, un templo monumental ubicado estratégicamente entre el Puerto del Callao y la Plaza Mayor de Lima, en pleno tránsito del Camino Real. Más que una iglesia, este espacio operaba como un nodo simbólico de enorme relevancia dentro del Virreinato del Perú, articulando el poder espiritual con el político en un punto de paso obligado hacia el corazón de la capital virreinal. Fundada por la Compañía de Jesús y ampliada durante el siglo XVIII, “la iglesia y colegio de San Pedro fueron espacios donde se tejían alianzas políticas y se consolidaba el poder de la Compañía, que rivalizaba con otras órdenes y con el clero secular” (Bromley, J. La evolución urbana de Lima, p. 113). De este modo, San Pedro se convertía no solo en un templo de culto, sino en un escenario de tensiones y negociaciones entre diferentes actores del poder colonial. Su arquitectura reforzaba esta función simbólica: “El lenguaje arquitectónico de San Pedro, sobrio en la fachada pero fastuoso en el interior, representaba el ideal jesuítico de captar la atención y mover la fe mediante la magnificencia del arte” (Mujica Pinilla, R. El Barroco Peruano, p. 79). La Basílica no sólo destacaba por su monumentalidad y riqueza ornamental, sino por su función dentro del ceremonial del poder. Situada en una posición intermedia entre la periferia portuaria y el centro gubernamental, la iglesia interrumpía, ordenaba y bendecía el recorrido de los recién llegados desde el mar.

Su papel era central durante las entradas virreinales, cuando los nuevos representantes del rey emprendían el trayecto ritual desde el Callao hasta Lima. En la imagen puede verse a la comitiva deteniéndose frente al templo. En el interior, se celebra una misa majestuosa, se pronuncian bendiciones y se entonan cánticos sacros. Este era un momento de legitimación espiritual, donde el poder real era ratificado por la Iglesia, en un espacio que funcionaba como umbral sagrado entre el mundo exterior y el orden institucional de la ciudad. Recibían la bendición eclesiástica y reafirmaban el vínculo entre el poder político y el poder espiritual.

Pero la Basílica no era solo escenario de la entrada virreinal. También formaba parte del entramado cotidiano de rituales que articulaban el orden colonial. En este sentido, la imagen no retrata simplemente un templo religioso, sino un espacio de mediación simbólica entre el exterior y la capital, entre el virrey recién llegado y la autoridad ya establecida. Era el lugar donde el poder se purificaba, se bendecía y se incorporaba al orden colonial.

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 BASÍLICA DE SAN PEDRO

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BASÍLICA DE SAN PEDRO

PUERTO DEL CALLAO

H2 2025 - ABOY 

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DOCENTES VICTORIA Y GISELA

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